Vive sin descanso, reclamando al destino,
por no hallar consuelo, desde que ella se ha
ido.
Son como puñales, los recuerdos en su alma,
mata la esperanza, de poder olvidarla.
Vaga por las noches, persiguiendo su estrella,
se le adentra el alba, esperando que vuelva.
Clavada en su pecho, esta la cruz de su
amada,
como un mar desangra, esa herida en el
alma.
Va por los caminos, masticando una pena,
lagrimas y olvidos, van quedando en la
huella.
El sabor amargo del dolor, lo acompaña,
anda por la vida, sin alivio y sin calma.
Por tener su cuerpo, el maldice a la tierra,
ruega a Dios lo lleve, para estar junto a ella.
Clavada en su pecho, esta la cruz de su
amada,
como un mar desangra, esa herida en el
alma.
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